¡ Únete a la revolución urbana !
GreenBelly es una huerta vertical que puede cambiar el futuro de las ciudades, ya que aprovecha los muros existentes para producir comida fresca en espacios reducidos. Para ello emplea materiales reciclados y desechos orgánicos de los vecinos, generando un proyecto sostenible que puede revolucionar el urbanismo y la vida de los ciudadanos!
Ideas generales
Cultivos en las paredes existentes
Las ciudades modernas necesitan una reconexión entre la arquitectura existente y la naturaleza. Con GreenBelly convertimos los muros sin ventanas en centros productivos para los vecinos, aumentando la superficie verde urbana y la conexión social.
GreenBelly utiliza materiales abundantes en entornos urbanos, como andamios o madera de palets. Con sólo 35 m2 de suelo, una huerta de 6 niveles puede producir hasta 6400 kg de vegetales al año y genera 162 m2 de área verde. Con la producción se pueden elaborar ensaladas ecológicas para los vecinos y la gente sin recursos.
Ciudad más verde, participación vecinal y economía local
La huerta vertical mejora la ciudad desde un punto de vista ecológico pero también fomenta la participación vecinal y la inclusión social, así como la ayuda a personas sin recursos, la educación en la agricultura y la alimentación saludable. Los vecinos ayudan a la creación del compost con sus desechos orgánicos por lo que se convierten en un punto clave del sistema.
Ventajas de comer local:
Ayuda en tiempos de crisis
"Dale un pez a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar y comerá siempre"
El prototipo está diseñado para las grandes ciudades modernas, pero también para los países más pobres con difícil acceso de alimentos. Puede alimentar a gente si recursos en épocas difíciles, servir de hobby recreativo para trabajadores o enseñar a los niños el valor de la naturaleza. Por lo tanto, no es solo una huerta urbana, es un proyecto local con beneficio global.
Proyecto sostenible
GreenBelly aporta un beneficio ecológico, social y económico para las ciudades, convirtiéndose en un elemento esencial de sostenibilidad urbana. Optimizamos los inputs como la radiación solar, el aprovechamiento del agua de la lluvia y los residuos orgánicos de los vecinos, generando una ciudad más verde, comida fresca y local y punto de sociabilización vecinal.
Queremos hacer ciudad pensando en los ciudadanos. La naturaleza tiene que recuperar el sitio que le corresponde a nivel urbano, por lo tanto GreenBelly es mucho más que sólo proveer comida, es un mecanismo de regeneración urbana.
"La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre." Ciceron, De Oficiis (44 A.C.)
Las ciudades modernas sufren una saturación urbana vinculada al progresivo aumento de población mundial. Unido a la contaminación, la mala alimentación y la vida sedentaria, generan formas de vida insostenible. Producir comida local e incorporar la naturaleza en las grandes ciudades es una necesidad ciudadana y pero también medioambiental. Existen muchos proyectos actualmente en cuanto a huertas verticales, pero la mayoría son demasiado utópicos o demasiado domésticos. En GreenBelly nos movemos en una escala intermedia, abarcable, sostenible y con resultados a corto plazo.
Reciclaje de espacios
Todas las ciudades grandes tienen muchas paredes sin ventanas y una orientación perfecta. Podemos verlos en edificios residenciales, pero también en escuelas, prisiones, fábricas, asilos, manicomios, etc. Podemos aprovechar estos espacios inútiles para hacer una ciudad más verde y cultivar alimentos en ellos.
El prototipo protege a la fachada de los agentes externos, creando una protectora y productora "barriga verde" para el edificio. Las principales ventajas para el edificio existente son las siguientes:
Reciclaje de recursos
En GreenBelly nada se desperdicia. Utilizamos todos los elementos disponibles en un contexto urbano para producir el prototipo de la forma más sostenible. Para el montaje se utilizan materiales reciclados como andamios, palets de obra o madera de encofrado. Son materiales baratos, flexibles, fácilmente desmontables y sobretodo, abundan en épocas de crisis cuando más se necesita la alimentación local.
El combustible nutritivo de la huerta lo forman los inputs gratuitos disponibles en la ciudad, como son el sol, la lluvia y los desechos orgánicos de los vecinos.
Por otro lado también se utilizarán abejas e insectos como mecanismos de control de plagas, evitando el uso de químicos y pesticidas. Con ello generamos los ingredientes necesarios para el cultivo y la producción sostenible a nivel urbano.
Sistema autosuficiente
La estructura de andamios aporta la flexibilidad necesaria para adaptarse a todo tipo de fachadas, creando un sistema modular de bajo coste. El montaje es rápido, limpio y sencillo, sin necesitar maquinaria de obra especial.
En general, la geometría del sistema es rectangular en planta y también en alzado, aunque el conjunto puede variar en tamaño y forma, contando con una amplia gama de posibilidades volumétricas. Cada módulo de cultivo forma una especie de "cabina de producción" con el espacio optimizado.
Se incluye un montacargas para el transporte vertical de la producción y materiales, medidas de protección anticaidas y un cerramiento nocturno en la planta baja para proteger la huerta de intrusiones externas.
Circuito cerrado donde nada se desperdicia
Dependiendo del clima del lugar, la huerta vertical puede estar abierta o cerrada térmicamente mediante una envolvente de plástico o vidrio, a través de la cual se mantiene un equilibrio térmico que beneficiará a la producción en los meses más fríos.
La disposición vertical optimiza el aprovechamiento de la luz solar disponible, que mediante una rejilla en el suelo dejará pasar la radiación solar a las distintas plantas. Se pueden incluir paneles solares fotovoltaicos que suministrarán la electricidad necesaria para las funciones básicas del sistema. La disposición vertical también favorece la ventilación por convección natural cuando la huerta está cerrada térmicamente. Se aprovecha el uso de las aguas pluviales, que se mueven en un circuito cerrado cayendo por gravedad desde la planta alta. El riego por goteo está automatizado.
Todos los módulos permiten la circulación de los trabajadores un fácil acceso a los cultivos y cuentan con sistemas de protección para evitar caídas en altura. Los módulos de circulación vertical cuentan con una escalera de tamaño variable dependiendo de las dimensiones de la huerta.
Sistema flexible y desmontable
El prototipo GreenBelly se puede desmontar, almacenar y desplazar a diferentes lugares del mundo dentro de un container marítimo. El montaje sobre la fachada es rápido y sencillo gracias al sistema modular. La estructura es autoportante y no afecta a la fachada existente.
Los módulos se presentan como "cabinas de producción" diseñadas para un cultivo optimizado a un precio asequible. Se acoplan entre si como si fueran piezas de “Lego”, formando el conjunto de la huerta, pudiendo ampliarlo, reducirlo o desmontarlo en cualquier momento.
Existen varios tipos de módulos de producción dependiendo del tamaño, las dimensiones y calidades. El módulo básico estándar se compone de bancal de tierra en la parte exterior, dos torres aeropónicas y un muro hidropónico. Una variante más económica sería sustituir las torres aeropónicas por bancal de tierra. Por lo tanto se pueden combinar varios sistemas en un mismo módulo.
Sistema constructivo de un módulo estándar.
La producción
Un sólo módulo de 2 m x 3.5 m puede producir hasta 263 kg de comida al año. Se fomentará el cultivo de variedades locales y productos de temporada, aunque las variedades más productivas en contextos urbanos con clima templado serán la lechuga y las hierbas aromáticas.
La huerta persigue los principios de la permacultura, utilizando asociaciones positivas de distintas variedades para una buena producción sin necesidad de químicos o pesticidas. También se incentivará el uso de abejas (colocando panales en la planta alta) y demás insectos como herramienta de control de plagas (no eliminación). Con la producción se puede elaborar ensaladas ecológicas frescas y locales para venderlas en la planta baja o distribuirlas a los comercios locales.
Los precios de la producción no están sujetos a los cambios del mercado, ya que se minimizan los transportes, los intermediarios y los empaquetados, reduciendo los costes. Esto permite vender ensaladas "Kilómetro 0" sin verse afectados por cambios en los precios de origen. Se priorizará la distribución de comida a personas con pocos recursos o colectivos desfavorecidos.
GreenBelly se puede desarrollar en varios tipos de suelo urbano, que definirán la forma de producción y los agentes intervinientes. El uso del suelo y la medianera puede ser público - público, público - privado o privado - privado. El número de personas que trabajan en el cultivo, la distribución de los productos cosechados y los ingresos por ventas podrán variar dependiendo del propietario del suelo.
Tipos de gestión:
Amortizable en 3 años
La producción estimada de vegetales (prototipo de 20 módulos) en un clima templado son 3,900 kg anuales, por lo que vendiendo los productos a precio medio de supermercado se podría amortizar el precio de los materiales y el montaje en 3.2 años.
La ejecución material de un prototipo de 20 módulos cuesta 25,982.85 €, aunque se puede rebajar si se incluyen materiales reciclados. El precio total estimado incluyendo las licencias, impuestos y montaje/desmontaje sería 35,076.00 €. Aunque el precio del transporte y los impuestos pueden variar dependiendo del lugar de instalación.
Por lo tanto, además de generar un beneficio ecológico y social para las grandes ciudades, GreenBelly también puede ser rentable desde un punto de vista económico, ya que la amortización es relativamente corta, convirtiéndose en un prototipo viable, sostenible y funcional.
Apoya el proyecto con una donación
Conviértete en parte de la revolución! Con una donación ayudarás a construir una huerta vertical en un lugar desfavorecido para ayudar a gente necesitada.
¡Cualquier ayuda es muy importante!
Riesgos y desafíos
En GreenBelly existen algunos riesgos pero están relativamente controlados.
1. Somos una empresa nueva y estamos empezando a hacer realidad el proyecto. Por el momento no disponemos de demasiados recursos económicos por lo que requiere más tiempo que una empresa consolidada. Aun así, las personas que actualmente trabajamos en el proyecto, tenemos experiencia internacional en el campo de la arquitectura, el urbanismo y el sector agrícola, por lo que tenemos los conocimientos y la ilusión necesaria para consolidar el proyecto.
2. Es un proyecto innovador que se enfrenta a los lobbies alimenticios, pero existe la demanda y el interés (público y privado) en las grandes capitales, además de la necesidad en los países menos desarrollados.
3. Existe el riesgo de las plagas que pueden afectar a los cultivos. En GreenBelly apostamos por los cultivos ecológicos por lo que no utilizaremos químicos ni pesticidas. Nuestro proyecto se basa en la permacultura y la asociación positiva de cultivos, por lo que utilizaremos algunas plantas e insectos para minimizar las plagas. Es importante destacar que no queremos eliminar las plagas, solo controlarlas.
4. Los organismos públicos pueden llegar a ser lentos en la gestión de este tipo de proyectos. Casi no existe la oferta (real, beneficiosa y de calidad) por lo que nos exponemos a que el proceso de montaje se pueda prolongar más de lo deseado. Esto puede aumentar en los países en vías de desarrollo o con crisis institucionales como Palestina o Siria, donde existirán muchos problemas para ejecutar nuestros prototipos, pero lo intentaremos hasta las últimas consecuencias.
El mayor riesgo es tardar demasiado o lanzarse sin apenas recursos. Por lo tanto tu ayuda es muy importante para el éxito del proyecto.
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